Dicen los morenistas que la candidata oficial al gobierno de Veracruz lleva 30 puntos de ventaja al candidato de la alianza opositora.
¡¡Bárbaros!!
No miden sus números.
La parte opositora dice tener otros datos.
Lo cierto de todo es que a la oriunda de Río Grande, Zacatecas, se le ve desanimada, preocupada, su rostro no esboza la sonrisa de tener la gubernatura en la bolsa.
Mientras que al oriundo de Perote, Veracruz, se le observa contento, en ningún momento deja de sonreír, enseña seguridad.
Los morenos y su candidata se van de la lengua diciendo tener 30 puntos de ventaja, esto pudiera ser síntomas de desesperación.
Mientras que el adversario de la oposición afirma haber avanzado mucho en las 4 semanas de precampaña y que en todos los lugares que visitó respiró aires de triunfo.
Imposible para los dos bandos hablar de triunfalismo cuando faltan todavía 60 días de actividad proselitista.
Lo innegable es que, en efecto, lo que parecía un día de campo para la abanderada del partido oficial y sus esquiroles en cada elección, se le ha complicado el escenario.
Y como no, si quien debiera ser su principal aliado y promotor, está convertido en su peor enemigo con aquello de que sigue sumando odios y rencores entre la población veracruzana.
Primero, por llamar “delincuente” a la exjueza Angélica Sánchez, candidata a senadora del partido Movimiento Ciudadano y demás ofensas que lanzó a este instituto político y cuya respuesta de su dueño, Dante Delgado, se espera de un momento a otro.
Segundo, por ofender a la alcaldesa de Acayucan Rosalba Rodríguez, pidiéndole que “renuncie si no puede con el cargo”, después que la edil perredista denunció la infiltración delictiva en los ayuntamientos del sur de la entidad.
Por estos dos últimos yerros el gobernador ha sido duramente criticado en las redes sociales, porque las dos “ofendidas” son mujeres públicas.
Mientras más abra la boca el ingeniero mecánico-electricista, más votos en contra para la candidata de su partido.