La inclusión del presidente Municipal de Martínez de la Torre, Rodrigo Calderón Salazar, al equipo compacto de trabajo de la precandidata de Morena, es señal clara y directa que doña Rocío no quiere cerca de ella a ninguno de los mañosos del actual gobierno estatal.
En especial aquellos que transpiran tufos de corrupción.
La llegada del alcalde con licencia para hacerse cargo de la precampaña de la recomendada de Palacio Nacional es un golpe seco al corazón de los cuitlahuistas.
Dos que tres cercanos al gobernador que se han convertido en mala sombra para la precandidata, no terminan de asimilar la decisión de Nahle de invitar a “un desconocido”.
Están sorprendidos.
El correr de los días están abriendo a Nahle el escenario de la realidad que enfrenta Veracruz. Diferente a las cifras alegres plasmadas en el 5º. Informe de Gobierno.
Miles de veracruzanos se sienten decepcionados del trabajo de Cuitláhuac. Otro tanto está molesto por las agresiones y pisoteo a las leyes y al estado de derecho.
Y si la exsecretaria de Energía no se deslinda de todo lo que huela a García Jiménez, será arrastrada por la vorágine de la irritación social que busca vengarse en las urnas de los abusos de poder cometidos en tiempos de Eric Cisneros al frente de la Secretaría de Gobierno.
Si finalmente la precandidata Nahle se sacude a los cuitlahuistas, realmente no perderá nada porque no representan nada. Y nada es nada.
Por lo pronto, la trinca infernal compuesta por Cazarín, Zepeta y Zanyázen, que nunca han ganado una sola elección, se sentirán desplazados con el arribo de Calderón Salazar.
Al tiempo.