Coatzacoalcos: Un Basurero de Corrupción y Desidia Municipal.
Por: Jeremías Trejo González.
La ciudad de Coatzacoalcos se ahoga en la basura, no solo la literal, sino también la de una administración municipal podrida hasta la médula. El alcalde Amado Jesús Cruz Malpica, lejos de cumplir con sus promesas de campaña, ha convertido el ayuntamiento en un botín personal, un ejemplo flagrante de la corrupción que tanto daño hace a México. Mientras la ciudad se desmorona bajo el peso de la negligencia, la opulencia de la familia del alcalde contrasta brutalmente con la precaria situación de los trabajadores municipales.
Como evidencia de esta corrupción rampante, tenemos la situación de la flota de camiones de limpia pública, en pésimo estado por falta de mantenimiento. No hay dinero para repararlos, pero sí para que los hijos del edil puedan disfrutar de lujosas camionetas nuevas, recorriendo la ciudad en un despliegue de cinismo que indigna a cualquier ciudadano con un mínimo sentido de la justicia. Amado Cruz, en lugar de administrar los recursos públicos para el beneficio de la comunidad, los desvía para su propio enriquecimiento, convirtiendo el cargo de presidente municipal en un lucrativo negocio personal.
Pero la situación trasciende la simple falta de mantenimiento. Un testimonio anónimo de varias trabajadoras del departamento de limpia pública, que me llegó a través de un mensaje, revela una realidad aún más desoladora. Estas mujeres, barrenderas, macheteras y campaneras, describen una situación de precariedad laboral, acoso y falta de respeto por parte de los superiores principalmente Nolasco. Se les obliga a trabajar horas extras sin compensación, se les ignora sus reportes sobre camiones en mal estado, y se les amenaza con el despido si se quejan. La compañera María de Lourdes, lamentablemente fallecida, es un ejemplo de las consecuencias de esta situación. Los encargados de los turnos, Ángel y Miguel manipulan la información para proteger al alcalde y su círculo cercano, quienes parecen más preocupados por sus intereses personales que por la seguridad y el bienestar de sus empleados. Se menciona la presencia de choferes que consumen marihuana y que son protegidos por el alcalde. Algunos choferes competentes y honestos fueron despedidos o sancionados por oponerse a la corrupción. El miedo a represalias silencia las voces de los trabajadores, quienes se ven obligados a aceptar condiciones laborales indignas.
Este testimonio desgarrador, que refleja la realidad de muchos trabajadores municipales, complementa la imagen de la opulencia familiar del alcalde. Es una evidencia más de la profunda corrupción que carcome al ayuntamiento de Coatzacoalcos. La situación es tan grave que incluso se menciona la posibilidad de una auditoría por parte de Rocío Nahle, quien podría ordenar una investigación a fondo y llevar a Amado Cruz Malpica ante la justicia.
En este contexto, el mensaje de Nahle para los gobiernos corruptos resuena con más fuerza: «El pueblo ya no se deja engañar. La justicia llegará, y los responsables de robarle al pueblo pagarán por sus actos. La Cuarta Transformación no es un escudo para la corrupción, sino una promesa de cambio real. El cambio es ahora, o nunca.» Esta promesa de cambio, sin embargo, se ve traicionada por la realidad de Coatzacoalcos, donde la corrupción y la desidia municipal imperan, dejando a los ciudadanos desprotegidos y a los trabajadores en una situación de vulnerabilidad extrema. La urgencia de una auditoría exhaustiva y la aplicación de la justicia son imperativas para que Coatzacoalcos pueda empezar a sanar las profundas heridas de esta administración nefasta. Las noticias, como son, reflejan una triste realidad: la corrupción sigue ganando terreno en México, y la lucha por la justicia y la transparencia es una batalla que aún está lejos de terminar. El caso de Coatzacoalcos es un ejemplo alarmante de la necesidad de una verdadera transformación, una que vaya más allá de la simulación.
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