El regreso de Víctor Carranza: representa un insulto a la memoria de los porteños en Coatzacoalcos.
Por: Jeremías Trejo González.
El proceso de selección de candidatos a las alcaldías de Veracruz ha dejado al descubierto la descarada falta de vergüenza de algunos aspirantes. Entre ellos destaca Víctor Carranza Rosaldo, ex alcalde de Coatzacoalcos, quien busca una nueva oportunidad a pesar de su pésima gestión y un historial plagado de acusaciones de corrupción y violencia política de género.
Su administración anterior fue un desastre. En lugar de enfocarse en el desarrollo de Coatzacoalcos, Carranza, apodado «la iguana», dedicó su tiempo a hostigar a la síndica Yazmín Martínez Irigoyen. Las amenazas que recibió Martínez Irigoyen, una mujer valiente que se atrevió a denunciar la corrupción rampante en el manejo de los recursos públicos destinados a obra pública, son una muestra clara de la actitud misógina y autoritaria de Carranza. Los millonarios recursos desviados a cuentas particulares, mientras la ciudad se deterioraba, son una mancha imborrable en su historial.
La candidatura de Carranza es una bofetada a los más de 300 mil habitantes de Coatzacoalcos. Su regreso representa un insulto a la memoria de una administración plagada de ineficiencia y corrupción, y una burla a las mujeres que sufren la violencia política ejercida por hombres que abusan de su poder. La impunidad con la que se presenta como aspirante es alarmante y refleja la necesidad urgente de una reforma política que sancione con firmeza este tipo de conductas.
Morena, al permitir la inscripción de Carranza, demuestra una preocupante falta de compromiso con la transparencia y la lucha contra la corrupción. ¿Qué mensaje envía a la ciudadanía al avalar la candidatura de un individuo con un historial tan cuestionable? ¿Acaso la ambición política se antepone a los valores éticos y a la justicia?
La candidatura de «la iguana» no es un simple hecho político; es un síntoma de una enfermedad más profunda que aqueja a la política veracruzana: la impunidad de los corruptos y la falta de mecanismos efectivos para proteger a las mujeres de la violencia política de género. La sociedad debe exigir una respuesta contundente a esta situación, y Morena debe demostrar, con hechos, su compromiso con la transparencia y la justicia. De lo contrario, se estará consolidando un sistema político donde la corrupción y el abuso de poder prevalecen sobre el bienestar de la ciudadanía.