Ha despertado expectación política el discurso que habrá de usar Rocío Nahle en su campaña proselitista rumbo a la gubernatura del estado.
Está consciente que sus raíces zacatecanas le pesarán en las urnas. El grueso del electorado veracruzanos no aprueba su candidatura y por lo tanto no votarán por ella.
A su reprobada aceptación popular súmenle el desastre sexenal de la actual administración estatal. Los votantes de Veracruz esperan ansiosos el 2 de junio de 2024 para cobrarle facturas de odio al mal gobierno, el peor en la historia del estado. El más represor, gritan víctimas encarceladas y liberadas por la justicia federal.
Analistas electorales aseguran que el gobierno de Cuitláhuac es una herencia maldita para la señora Nahle. Conjeturan que para el imaginativo popular Nahle representa la continuidad de la pesadilla, es decir, otros seis años de más de lo mismo.
Por todo lo anterior, existe curiosidad por conocer el pronunciamiento que usará la abanderada morenista para, por lo menos, intentar ganar simpatías ciudadanas que se conviertan en sufragios el primer domingo de junio próximo.
¿Glorificará o sacrificará a Cuitláhuac?
¿Lo desconocerá y se convertirá en su verdugo para llevarlo al patíbulo?
Ya se verá.
Nahle no tiene alternativas:
Se deslinda para ganar o se calla para perder.
Ella lo sabe: en política no existen amigos; importan los negocios.
(Foto:redes sociales)