Los tapones a la 4T y las ocurrencias de ésta.
De que es necesario cambiar las reglas políticas y económicas para desarrollar este país es indudable, pero no pueden surgir de propuestas ocurrentes o sugerencias infantiles.
Hoy la lucha es por intereses mezquinos y corrupción absoluta contra una política social más humanista y con sentido nacionalista y que está demostrando una viabilidad económica y democrática.
Pero ha tocado los hilos de la corrupción del sistema político y de grandes intereses empresariales como la excepción de pago de impuestos que se abolió constitucionalmente y la corrupción que ahora es penalizada.
No es casual que se han rechazado 78 iniciativas de ley al presidente AMLO con excusas ridículas. En cambio, a Ernesto Zedillo no le echaron abajo ninguna, a Fox solo 3, a Felipe Calderón 7, a Peña Nieto 20.
La explicación es lógica, las reformas que se implementaron con Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto fueron privatizaciones y beneficios empresariales, por eso la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no tuvo ningún argumento de inconstitucionalidad.
En cambio, con las iniciativas de ley nacionalistas de beneficio social de AMLO la SCJN rechazó más del doble de los 4 sexenios anteriores. En verdad esto está para Ripley, por eso no es de extrañar la necesidad de alcanzar una reforma judicial que transforme al sistema de justicia que siempre ha estado a favor de los pudientes y el peso de la ley sólo se aplica a los más jodidos del país, de ahí que la cárcel es para los pobres y pendejos.
Pero esto no justifica que se realice una elección para designar jueces y magistrados cuando vemos que la mayoría de los gobernadores, diputados, senadores, alcaldes, presidentes de la República y hasta funcionarios menores se han beneficiado de los recursos públicos.
Está el caso emblemático SEGALMEX, en esta administración federal. El problema es que no se ponen candados eficientes, autónomos.
Por ello, insisto, los integrantes de la SCJN deben seleccionarse mediante exámenes de conocimientos y psicométricos, valorarlos ética y moralmente, y de acuerdo con los resultados contratarlos.
Llevarlos a un proceso electoral no asegura nada y no es viable por la cantidad de candidatos, realmente no es funcional, y menos la ocurrencia del presidente de hacerlo con una tómbola.
Hoy es tiempo de verdaderos cambios y poner verdaderos candados a la corrupción, así como sanciones ejemplares, estos son los elementos que reforzarían una justicia verdadera
Con el método de evaluación y valoración ética y moral, que sería ejecutado por las universidades podrían evaluar a 5000 aspirantes con un reducido costo y sería más práctico.
En cambio, por el método de elecciones, además de inoperante es costoso y no nos asegura que los mejores perfiles profesionales sean elegidos.