Linchamientos en México, el pan nuestro de cada día.
De 2016 a 2022 se cometieron en el país sólo 1600 linchamientos, ocurriendo el 74% en los estados Hidalgo, Puebla, Estado de México, Tlaxcala y Ciudad de México.
Hago alusión a este tema por los horrendos hechos el pasado jueves santo en la ciudad de Taxco, Guerrero, donde una familia, la mamá y sus dos hijos, secuestraron y asesinaron un día antes a una niña de 8 años que acudió a jugar, como otras veces lo hizo, a la casa de su amiguita, hija y hermana de los implicados.
Se descubrió a los secuestradores y asesinos gracias a la grabación de una cámara de una vecina del lugar que registró el momento en que la niña entra a la casa de su amiguita y también cuando la mamá y sus hijos suben a la cajuela de un taxi una bolsa negra en la que horas después se encontraría el cuerpo de la pequeña en la carretera federal Taxco-Cuernavaca
Los culpables, una mujer y sus dos hijos varones aún adolescentes, fueron sacados y linchados por vecinos del lugar ante la mirada atónica de policías y militares que no actuaron para detener a los responsables por la falta de una orden de aprehensión que nunca llegó.
Los 3 fueron golpeados en forma salvaje. En el trayecto al hospital murió la mamá y los hijos son reportados con heridas contusas que ponen en riesgo sus vidas.
Un hecho grave, deshumanizado a una pequeña de sólo 8 años en una fecha de reflexión religiosa.
Secuestrar y asesinar es inaudito. Hay quienes piensan que es el resultado de una descomposición social, de pérdida de valores y principios, que se está deshumanizando la sociedad.
Pero la realidad es la carencia de justicia, la impunidad que existe. Cualquier sujeto puede robar, golpear, secuestrar, asesinar despiadadamente incluso descuartizar vivo a otra persona y no pasa nada, con una fianza y un soborno sale libre.
Tenemos un sistema de justicia corrupto, indolente e ineficiente y mientras no ataquemos de raíz este problema seguiremos con altos índices de delincuencia, secuestros y de narcotráfico.
Urge una verdadera reforma de justicia que castigue al delincuente y al juez si no aplica la justicia, porque con solo cambiar a los jueces solo cambiamos de corruptos en los juzgados.
Es necesario implementar mayores castigos y mejores métodos de rehabilitación delincuencia, con verdaderos penales y enfocarnos realmente en atacar el origen del problema. Porque si consideramos que la verdadera causa delictiva es la pobreza no lo vamos a acabar ni resolver considerando que hay en México más de 60 millones de pobres.
No nos equivoquemos de causas y menos con soluciones como los de abrazos, porque cuando te matan un hijo, a un padre, te dan ganas de descuartizar al delincuente o quemarlo vivo y no de abrazarlo.
Amor y paz no, justicia y más justicia, sí.