Información de EFE
Las tropas israelíes continuaban este domingo su ofensiva por aire, tierra y mar sobre todo el largo del enclave palestino: en el norte, afianzaban su control, mientras en el sur, donde se cree que se esconde Yahya Sinwar, el líder de Hamás en la Franja, incrementaban los ataques.
En las afueras de la ciudad de Gaza, «un vehículo con terroristas en su interior se acercó a las tropas», por lo que fue atacado desde el aire y las personas abordo fueron «eliminadas», indicó un portavoz del Ejército.
En Beit Lahia, también en el norte del enclave, las fuerzas israelíes «identificaron a tres terroristas» que ingresaban a un edificio, que fue bombardeado, añadió.
Cerca de ahí, en el campo de refugiados Shati, las tropas israelíes «encontraron un jardín de infancia donde había infraestructura terrorista, incluidos artefactos explosivos» que fueron neutralizados, explicó la fuente, al añadir que un avión de combate atacó un complejo militar «desde el cual los terroristas habían detonado un artefacto explosivo».
En el sur del enclave, los soldados descubrieron dos bocas de túneles y en Jan Yunis, el principal bastión miliciano de la zona, «identificaron a tres terroristas y dirigieron un ataque aéreo que mató a uno de ellos. Después, los dos terroristas restantes fueron identificados entre edificios con un lanzacohetes antitanque portátil y un tanque de las Fuerzas de Defensa de Israel disparó hacia ellos», indicó el portavoz castrense.
«Damos pleno respaldo a nuestras fuerzas», dijo el primer ministro, Benjamín Netanyahu, tras una reunión con su gabinete en la que subrayó que el Estado ha dado 9.000 millones de séquels (2.250 millones de euros) a los reservistas y sus familias.
Este domingo, tras 24 horas de silencio, las sirenas antiaéreas volvieron a sonar en las poblaciones israelíes cercanas a la Franja de Gaza, mayoritariamente evacuadas, para advertir del lanzamiento de cohetes desde el enclave.
Un alto oficial que pidió el anonimato dijo este domingo a la Radio del Ejército que es poco probable que sus tropas puedan destruir completamente las capacidades de lanzamiento de cohetes de las milicias en Gaza, sobre todo las de corto alcance.
La guerra estalló el 7 de octubre tras un masivo ataque de Hamás que incluyó el lanzamiento de cohetes y la infiltración simultánea de unos 3.000 milicianos que masacraron a unas 1.200 personas y secuestraron a otras 250 en poblaciones cercanas a Gaza.
El sábado, Netanyahu, aseguró que la guerra -que ha dejado 506 soldados muertos, de ellos 172 en la incursión terrestre- «durará varios meses más», mientras continúa sin dar detalles sobre cómo liberar a los rehenes aún cautivos en la Franja ni especifica cuál es el plan para la posguerra de Israel.
El Ejército de Israel ha mantenido una fuerte ofensiva por aire, tierra y mar contra el enclave palestino, donde ya suman más de 21.800 palestinos muertos y 56.400 heridos, la mayoría de ellos niños y mujeres, además de otros 7.000 desaparecidos bajo los escombros, según el ministerio de Sanidad de Gaza, bajo control de Hamás.
Argumentando que Hamás utiliza infraestructura civil para sus operaciones militares, Israel ha bombardeado viviendas, escuelas, hospitales, templos, plantas de tratamiento y abastecimiento de agua, así como instalaciones de telecomunicaciones o de suministro de energía.
La guerra ha dejado también unos 1,9 millones de desplazados en Gaza, un 85 % de la población de la franja, que viven en medio de una crisis humanitaria sin precedentes por el colapso de los hospitales, el brote de epidemias y la escasez de agua potable, alimentos, medicinas, electricidad y combustible.