Clamor de justicia en el adiós al padre Marcelo Pérez en San Cristóbal de las Casas

“Chiapas, todo el país y el mundo entero se están llenando de violencia, de muerte, de sangre” dijo el obispo Rodrigo Aguilar Martínez en la misa de cuerpo presente.

TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis. (apro).- El pueblo creyente de San Cristóbal de las Casas despidió la tarde de este domingo al sacerdote tsotsil Marcelo Pérez Pérez de 51 años, que organizó marchas y peregrinaciones por la paz, denunciando el incremento de la violencia en Chiapas provocada por el crimen organizado, y que además sirvió de mediador de conflictos en diversas comunidades.

“Justicia, justicia, justicia”, corearon cientos de fieles, en su mayoría indígenas, cuando el féretro con el cuerpo del presbítero fue llevado al templo de Guadalupe, donde estaba adscrito para luego ser llevado a la Catedral para una misa de cuerpo presente que ofició el obispo de San Cristóbal de las Casas, Rodrigo Aguilar Martínez.

“Esta mañana le han dado muerte al padre Marcelo Pérez Pérez. Salía de la misa en Cuxtitali y a escasos 50 metros lo acribillaron con varios balazos. Era un hombre bueno, que recibía y escuchaba a todos y siempre promovía la paz con verdad y justicia; me encontré con él la noche del sábado y ahora está, esperemos, gozando de Dios; que su muerte nos ayude a perdonar a pesar de todos, no odiar”, dijo con la voz entrecortada el obispo Aguilar Martínez.

Durante la homilía el prelado expresó: “La verdad que me siento muy afligido por la muerte del padre Marcelo, un hombre y un sacerdote lleno de fe. Me comunicaba todo. Yo sabía que tenía amenazas de muerte por buscar la paz con verdad y justicia. Chiapas, todo el país y el mundo entero se están llenando de violencia, de muerte, de sangre”.

En entrevista con reporteros, el obispo añadió: “Estamos dispuestos a perdonar a los agresores, a los homicidas y a quienes los mandaron, pero que recapaciten, que la verdadera paz tiene que ir unida a la verdad y a la justicia. El padre Marcelo tenía amenazas de diversas personas. Lo que ocurrió fue como una ofrenda de vida para que crezca la paz en Cristo Jesús”.

“Estamos adoloridos, conmovidos y también indignados”

El sacerdote José Luis Bezares Selvas, de la vicaría de Justicia y paz de la diócesis, que acompañó la celebración religiosa, señaló: “todos sabemos del trabajo de mediación que tenía el padre Marcelo en la búsqueda de la paz desde hace años; habrá repercusión, no sabemos de qué tipo será la respuesta de la sociedad que está cansada.

“Será un detonante para una búsqueda más profunda de la paz y que las autoridades tomen cartas en el asunto. Fue un gran hombre, un hombre de fe, tenía convicción de seguir a Jesús hasta dar su vida como ha sido; lo movía la fe y la búsqueda de la construcción de una nueva sociedad”.

Dijo que, como iglesia, “estamos adoloridos, conmovidos y también indignados, sobre todo porque se había levantado la voz muchas veces para exigir justicia y búsqueda de la paz, y no se ha podido. Queremos que haya justicia, que se llegue hasta las últimas consecuencias, que no haya chivos expiatorios, que se llegue a los autores intelectuales, que haya verdadera justicia. Es una exigencia no sólo de la diócesis”.

El obispo Aguilar Martínez dijo al finalizar la misa: “Queda el testimonio y la palabra del padre Marcelo, las bendiciones que dio. Que su muerte produzca mucho fruto. No tenía miedo de morir. Algunos le llegaron a decir que estaba siendo muy atrevido, muy arriesgado, pero él arriesgó su vida por los más indefensos, los perseguidos por causa de la verdad y la justicia. Que su muerte física produzca muchos frutos de paz con verdad y con justicia. Pedimos que se haga la investigación correspondiente y se encuentre a los culpables”.

“¡Viva el padre Marcelo!”, gritaron los fieles, mientras sus familiares rodearon el ataúd y exclamaron: “justicia”. 

El féretro fue colocado en el piso sobre una alfombra y dos sacerdotes le pusieron encima dos estolas que usaba el padre Marcelo, cuando oficiaba misas. 

“Le dieron cinco balazos de alto calibre”

De acuerdo con habitantes del barrio Cuxtitali, el sacerdote Marcelo Pérez llegó a las 6 y media de la mañana de este domingo al templo para oficiar la misa dominical. Al concluir, después de la siete y media para dirigirse al vecino barrio de Guadalupe, de donde era párroco, salió del templo y se encaminó hacia su camioneta blanca con vidrios oscuros que tenía estacionada a pocos metros de la iglesia, sobre la calle Peras.

“Lo vieron que se subió al vehículo, alcanzó a conducirlo, pero varios metros más adelante le dispararon, dos que iban en una motocicleta, se detuvo y ya no pudo continuar. Se oyeron al menos cinco balazos de alto calibre, varias personas salieron corriendo a verlo, pero ya estaba muerto”, dijo un vecino.

El vehículo marca Ford Titanium color blanco, presentaba al menos tres orificios en la ventanilla del conductor, quedó sobre la calle Peras, entre Las Manzanas y Peje de Oro.

Marcelo Pérez Pérez, originario del municipio de San Andrés Larráinzar, había recibido amenazas de muerte desde hace varios años, pero había rechazado protección.

Poco después llegaron integrantes de las fuerzas de seguridad de los tres niveles y personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) acordonaron el área, mientras muchos católicos lloraban y rezaban. A las 9.50 horas llegó una grúa, subió la camioneta con el cuerpo en su interior y la trasladó al Servicio Médico Forense para la necropsia de ley.

Alrededor del mediodía la Fiscalía entregó el cuerpo para los funerales. Cientos de personas ya esperaban en la plaza del templo de Guadalupe. Cuando llegó la carroza corearon: “Justicia”, “justicia”.

El cuerpo fue llevado al municipio tsotsil de San Andrés Larráinzar, de donde es originario el sacerdote. La misa está programada a las 10 de la mañana y después será inhumado en el panteón del lugar.