Por: Isaac Martinez Pérez.
El clamor ciudadano en Coatzacoalcos es ensordecedor. Tras años de promesas incumplidas, la frustración se ha apoderado de una ciudad que alguna vez se jactó de sus amplias avenidas y su vibrante vida. Ahora, la realidad es una mezcla amarga de abandono y descuido. La reciente visita a las instalaciones de la expoferia por parte del alcalde Amado Cruz Malpica, ha desatado una ola de rechazo a ese evento anual, porque la gente desea la atención a las necesidades urgentes de la ciudad y las colonias por parte de las autoridades municipales.
El mensaje es claro: los ciudadanos de Coatzacoalcos no quieren ferias; quieren soluciones. Las redes sociales se inundan de imágenes y testimonios que describen una ciudad sumida en el caos: calles inundadas, baches que parecen cráteres, drenajes colapsados y una falta generalizada de mantenimiento. Las colonias populares, como Fertimex, Santa Rosa, Esperanza, Francisco Villa, López Mateo, Independencia y Trópico de la Rivera, sufren las consecuencias de un abandono sistemático. La falta de pavimentación, alumbrado público deficiente y la ausencia de servicios básicos son solo algunos de los problemas que aquejan a estas comunidades.
La crítica se centra en el alcalde de Coatzacoalcos, cuya gestión se percibe como un fracaso rotundo. Se le acusa de priorizar eventos superfluos, como la feria, mientras ignora las necesidades básicas de sus ciudadanos. La indignación es palpable: se cuestiona su compromiso con el bienestar de la ciudad y se le recuerda que su legado no será el de un servidor público eficiente, sino el de un gobernante que dejó atrás una ciudad devastada. El argumento central es que el alcalde, en sus últimos meses de mandato, tiene la oportunidad de redimirse, de dejar un legado diferente al de la decepción y el olvido. La pregunta que flota en el aire es si estará a la altura de las circunstancias o si preferirá dejar atrás una ciudad en ruinas.
La situación en Coatzacoalcos trasciende la simple crítica política. Es un llamado urgente a la responsabilidad y a la acción. Es una demanda de justicia para una ciudad que merece un futuro mejor, un futuro libre de baches, inundaciones y abandono. El tiempo se agota, y el legado del actual alcalde está a punto de quedar escrito en la historia de Coatzacoalcos. ¿Será un legado de progreso o de ruina? La respuesta depende de las acciones que se tomen en las próximas semanas.