Pura simulación. En Veracruz no aplican ni una ni la otra de las bendiciones de su catálogo moralista.
El que se fue fingió honestidad y pendejez, ya enseñó en el altiplano que no tiene lo uno ni lo otro, todo lo contrario.
Nos dicen que llegando a la oficina con presupuesto millonario que pusieron a su disposición, lo primero que hizo fue a correr a directivos para acomodar a toda su banda xalapeña.
Según datos de la Plataforma de Transparencia del Gobierno Federal, él inútil cobra $178 mil mensuales, mientras que su gente, esa que lo acompañó en el saqueo estatal descubierto en las auditorías, y que ahora asaltarán aquella dependencia descentralizada, perciben salarios brutales. Carlos Alberto, $150 mil; Iván, $130 mil; Luis Alberto, $130 mil, entre otros.
Todos ganan más que la presidenta de la República, lo que es delito capital en el rosario de la 4T.
Y mientras que en materia de justicia los moralistas se protegen a sus discípulos de cuello blanco, pobre la suerte de los adversarios, como el ex de Michoacán que ya anda a salto de mata.
Pobre Veracruz.