Las Águilas se impusieron en el Estadio Azteca ante unos Tigres que se quedaron con nueve hombres.
El UNIVERSAL
Cuando Richard Sánchez sacó el zapatazo que venció a Carlos Rodríguez en los tiempos extras de la final, la atmósfera cambió por completo en el Estadio Azteca. La 14 ya estaba en las vitrinas del América.
La tensión que se vivió en más de 100 minutos en el Coloso de Santa Úrsula se transformó en alegría con el pasar de los minutos. Las Águilas se impusieron 3-0 y arrebató la corona. El rey ha muerto.
Con las expulsiones de Raymundo Fulgencio, al minuto 80, por un manotazo en la cara a Julián Quiñones y la de Nahuel Guzmán, en los tiempos extras, por doble amarilla, todo cambió en el partido.
Sin embargo, todo pintaba diferente en el tiempo reglamentado. Nahuel Guzmán se agrandó con una soberbia atajada ante un disparo de Diego Valdés y así empezó su show en el primer tiempo. El Patón dijo con señas «aquí estoy» y lo demostró.
El arquero argentino encendió a la fanaticada amarilla comiéndose el tiempo, aplaudía, sonreía. Nahuel estaba en su hábitat.
América intentó de todas las formas posible, pero nunca logró abrir el arco felino que llegó al Estadio Azteca con la encomienda de cuidar su arco y proponer poco.
El futbol recompensó a las Águilas comenzando el tiempo extra. Julián Quiñones abrió el marcador, Richard Sánchez amplió la ventaja y Jonathan Rodríguez puso cifras definitivas.
Después de tantos torneos fracasando, de Semifinales fallidas y duros golpes. Al fin llegó la 14 para el América. La ansiada estrella que los aleja dos títulos de su acérrimo rival y los consagra como el más grande del futbol mexicano. Las Águilas son campeonas.